ARTE POÉTICA- Poesía por el 21 de marzo


ARTE POÉTICA

La poesía sirve para hacernos dudar
por qué pensamos como pensamos.
Y con ella nos descubrimos como seres extraños.

Estamos condenados a simular
con un par de libros serios a nuestro lado.
A recordar
un par de líneas cuando nos duchamos.
No puedo perder esa unión coherente; es mía.
Me pertenece, la encontré desnuda y frágil
y la amé lo suficiente
como para vestirla con mi pulso y mi lápiz.

La poesía nos cuestiona el futuro y el presente.
Debería estar estudiando, haciendo mis Deberes.
No perdiendo el tiempo, ay pero no puedo.
De todas formas lo sigo perdiendo en esto.
No puedo comer ni vestirme con mis sonetos.
A nadie le es funcional.
Lo cierto es que todo aquello se esfuma
cuando me siento a abrigar y a acariciar mis huesos poéticos.
Me siento tan bien abrigándolos
y dándome de comer.

Le di derecho a la existencia
y lo abstracto se transformó en poema.
He ahí la magia.
Aposté a la incertidumbre de mi pensamiento y mis palabras.
Y me desvisto de temores y de supuestas horas despilfarradas.
Y me veo en un futuro cercano y lejano escribiendo:
 “Esta experiencia es irremediable”.
Escribiendo a escondidas, a plena luz del día,
en la playa, en el baño de un restorán si me dejan con la cuenta por pagar.
En donde sea: que sea tinta y papel,
y seré seré seré.

Cuando veo al resto de los estudiantes
con su vida diaria, sus rutinas de boliche, fotocopias y compras varias
es cuando me siento más que sólo asilada.
Veo ante mí toda una galaxia
que nos separa.
Pozos brillantes, oscuros y coloridos.
Mundos increíbles, paisajes celestinos,
cataratas de estrellas e imágenes que disparan hacia tu cabeza pensante.
Y recién estoy yo
con una libreta y mis ideas.

La vida diaria le cuesta al poeta
porque ve sus sueños lejos y cerca.
Mientras toma té, mientras canta,
cuando se baña y en cada mañana
la pregunta le devora las orejas.
¿Por qué poeta?
La pregunta no se responde, se aprende a vivir con ella,
con amor, con fiereza.

No comprende por qué fluye de esa magnífica forma
y su existencia se esparce como una pintura con luces y sombras.
Y luego pronuncia oraciones que no creyó decir nunca
frente a una veintena de desconocidas personas.

No comprendo los aplausos,
ni por qué escribo, ni por qué a veces callo.
La vida que sangra y se desarma
me grita al oído que la retrate antes que llegue la madrugada.


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