VI A UN GATO/ UN GATO ME VIO- Poesía para ver(se)
VI A UN GATO/ UN GATO ME VIO
Podría haber sido sólo un día más.
Un día más en mi vida acelerada
en la que no tengo tiempo para admirar cómo crecen las raíces de una planta.
Pero no: vi un gato
o un gato me vio. Ya ni sé.
Aburrida de la duda entre salir y quedarme
me subí a un viejo auto destartalado
y lo vi.
Estaba lejos, pero se acercó al oír el “click”
de la cámara registrando su movimiento.
Nos quedamos
un segundo
observándonos.
Y en vez de seguir desesperada en el círculo quemado
del “me busco y no me encuentro”
me quedé mirándolo.
Un segundo.
Podría haber sido un día más
en el almanaque que a todas horas se va,
en la carrera del continuo desesperar,
en las pataletas vueltas cejas caídas.
Intento domar la vida y no me sale
me callo los continuos desastres.
¿Podría
un segundo
devolverme al mundo
y parar la guerra del “ya fue,
abandono porque me cansé”?
Podría un gato
un simple gato común y rutinario
mirarme
quedarse mirándome
yo subida a un auto viejo
subida a mi ruido insaciable
a mis caras de siempre que no dicen nada.
¿Podría un gato
hacer la magia necesaria
para que fuera un sábado memorable?
Lo suficiente
como para que yo quisiera quedarme
y no irme, escapar, disparar
mis pasos, mis versos, mis gritos, mi falta de aire.
Me quedé
mirando al gato
disfrutando ese atardecer rosado.
Un segundo memorable
en el que practiqué silencio.
Contra todo pronóstico
me salió
un poco.
me salió
un poco.
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