ÚLTIMOS BAILES DE MEDIANOCHE- Poesía que baila
ÚLTIMOS BAILES DE MEDIANOCHE
"Los boludos siempre vuelven".
Pienso, pero el axioma se me vuelve en contra.
Yo soy la boluda. Yo vuelvo
bailo con tu sombra.
La boluda sonríe, anhela,
habla en tercera persona.
No quiere aceptar que te quiso,
que te quiere.
Y que hay una horda de poemas
que hablan sobre de ti.
No los deja salir, los quema con los ojos cerrados,
los entierra sin pensarlo.
La boluda te recuerda siempre
arma hipótesis que no tienen un futuro apetecible
porque se arman con la fuerza
irracional del deseo despierto e inmóvil
en condicional simple.
A veces pasa
y me ataca el deseo de verte
justo delante de mí.
Sólo verte y saber que estás
parado en mi umbral.
Otra vez.
Antes de dormir
la boluda te da un beso sin lengua,
sin rozar tu piel.
Si me estiro no te alcanzo
sólo tengo esta libreta, este papel,
esta lejanía de tierras,
esta cercanía de sábanas frescas.
Aun así te miro desde aquí,
con los ojos clavados en el techo
y en tu forma de hacerme reír.
Si no fuera tan orgullosa, te escribiría:
"Vos me escuchabas, decime que no todo fue una mentira,
que las cosas se dieron
desordenadas porque nuestras vidas no deben estar juntas y ya.
Que la vida tiene sus rumbos
cruzados y conectados
como el país nuestro tiene tantas rutas,
que tal vez entonces ambos
necesitamos de este motel que armamos para descansar y seguir.
Que te llené de energías como vos a mí.
No me arrepentí.
Aunque esté en una playa y piense en tu figura
en tu sombra".
Es el precio que estoy pagando
por una buena estadía:
recordarte con cariño
es la última salida.
Pero no te escribo todo esto.
No se puede mandar un whatsapp a las sombras.
Andá a saber quien sos ahora
cómo es el color de tus ojos,
la extensión de tus piernas.
Andá a saber cómo son tus colores,
tus canciones
cómo reaccionan tus dedos al rozar la hierba.
Por eso sólo me quedan
sombras.
Las lágrimas que solté,
tus manos abrigando mis dedos,
tus extraños discursos al hablar de tu corazón rescatado.
Yo era tu "love of my life"
vos mi bolero de Ravel.
Tus labios de pez me dejaron
circular como una turista en la capital de tu boca,
de tu voz, de tu vida.
Me fui, me aburrí, me asusté,
en el fondo no sé si me quería
si te quería
si este mundo me gustaba
o si estaba harta de estar siempre en la misma.
La misma paz, la misma guerra,
las mismas avenidas.
Dejé tu paz, dejé mi guerra.
Cambié las calles conocidas por la espesura de la jungla.
Tomé la cuarta salida de la rotonda.
Me fui sola, me río sola,
lloro con el alma,
no te escribo nunca.
Tal vez no soy tan boluda,
tal vez mis ojos son lúcidos al ver
nuestra historia inconclusa y rota,
más rota que abierta.
Más seca que llena.
Más poema que entrega.
Tal vez el axioma en mí no funciona
y sólo me gusta bailar en la oscuridad, mientras me tomo unas copas,
converso con mi sombra
con tu sombra.
Al despertar me alejo
todos los días
un poco más.
La jungla, con sus mariposas
le hace el amor a mi soledad.
"Los boludos siempre vuelven".
Pienso, pero el axioma se me vuelve en contra.
Yo soy la boluda. Yo vuelvo
bailo con tu sombra.
La boluda sonríe, anhela,
habla en tercera persona.
No quiere aceptar que te quiso,
que te quiere.
Y que hay una horda de poemas
que hablan sobre de ti.
No los deja salir, los quema con los ojos cerrados,
los entierra sin pensarlo.
La boluda te recuerda siempre
arma hipótesis que no tienen un futuro apetecible
porque se arman con la fuerza
irracional del deseo despierto e inmóvil
en condicional simple.
A veces pasa
y me ataca el deseo de verte
justo delante de mí.
Sólo verte y saber que estás
parado en mi umbral.
Otra vez.
Antes de dormir
la boluda te da un beso sin lengua,
sin rozar tu piel.
Si me estiro no te alcanzo
sólo tengo esta libreta, este papel,
esta lejanía de tierras,
esta cercanía de sábanas frescas.
Aun así te miro desde aquí,
con los ojos clavados en el techo
y en tu forma de hacerme reír.
Si no fuera tan orgullosa, te escribiría:
"Vos me escuchabas, decime que no todo fue una mentira,
que las cosas se dieron
desordenadas porque nuestras vidas no deben estar juntas y ya.
Que la vida tiene sus rumbos
cruzados y conectados
como el país nuestro tiene tantas rutas,
que tal vez entonces ambos
necesitamos de este motel que armamos para descansar y seguir.
Que te llené de energías como vos a mí.
No me arrepentí.
Aunque esté en una playa y piense en tu figura
en tu sombra".
Es el precio que estoy pagando
por una buena estadía:
recordarte con cariño
es la última salida.
Pero no te escribo todo esto.
No se puede mandar un whatsapp a las sombras.
Andá a saber quien sos ahora
cómo es el color de tus ojos,
la extensión de tus piernas.
Andá a saber cómo son tus colores,
tus canciones
cómo reaccionan tus dedos al rozar la hierba.
Por eso sólo me quedan
sombras.
Las lágrimas que solté,
tus manos abrigando mis dedos,
tus extraños discursos al hablar de tu corazón rescatado.
Yo era tu "love of my life"
vos mi bolero de Ravel.
Tus labios de pez me dejaron
circular como una turista en la capital de tu boca,
de tu voz, de tu vida.
Me fui, me aburrí, me asusté,
en el fondo no sé si me quería
si te quería
si este mundo me gustaba
o si estaba harta de estar siempre en la misma.
La misma paz, la misma guerra,
las mismas avenidas.
Dejé tu paz, dejé mi guerra.
Cambié las calles conocidas por la espesura de la jungla.
Tomé la cuarta salida de la rotonda.
Me fui sola, me río sola,
lloro con el alma,
no te escribo nunca.
Tal vez no soy tan boluda,
tal vez mis ojos son lúcidos al ver
nuestra historia inconclusa y rota,
más rota que abierta.
Más seca que llena.
Más poema que entrega.
Tal vez el axioma en mí no funciona
y sólo me gusta bailar en la oscuridad, mientras me tomo unas copas,
converso con mi sombra
con tu sombra.
Al despertar me alejo
todos los días
un poco más.
La jungla, con sus mariposas
le hace el amor a mi soledad.
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